Una mesa y dos sillas: Semillero Creativo de Artes plásticas y Pintura en Altamira, Tamaulipas
En el Semillero Creativo de Artes plásticas y Pintura en Altamira, Tamaulipas, empezamos, como todo proyecto, con lo indispensable: una mesita, dos sillas, y una cartulina que había hecho la docente, la cual decía: "Clases gratis de dibujo". Cabe mencionar que, para este momento, ya teníamos permiso de instalarnos en un salón que durante muchos años estuvo en desuso y, el cual, el gobierno local nos ayudó a limpiar con la promesa de que sería rehabilitado y que se encuentra a orillas de una de las atracciones turísticas de nuestro municipio: la laguna de Champayán.
Nos colocamos con el mobiliario en una parte bastante transitada de aquel lugar donde hay un porcentaje alarmante de niñas, niños y jóvenes que no van a la escuela; pequeñas que se quedan solas en sus casas y que se preparan ellas mismas de comer porque sus padres tienen la necesidad de salir a trabajar; menores de 10 años que deben cuidar a sus hermanitos bebés, mientras mamá llega casi al caer la noche. Este lugar, donde ellos habitan, son casitas pequeñas que una constructora abandonó. Hay un caminito que toma la gente para ir a la tortillería o a la tienda de la esquina a comprar, tal vez, su comida del día. Por ese caminito pasan desde pequeños de 4 años —a veces descalzos— hasta personas adultas.
Recuerdo que la niñez era la más interesada y le llamaba la atención los dibujos que mi compañera docente llevaba para platicarles del proyecto. Recuerdo que algunos corrieron por su mamá o hermano mayor con el propósito de acercarse a preguntar de qué trataba. Recuerdo que vimos pasar un joven, muy de prisa, y lo detuvimos un momento:
—Hola, ¿te interesan las clases gratis de dibujo?
—Yo ya sé dibujar.
—¿Sabes hacerlo así?
El joven se asombró, se inscribió al Semillero y ahora es uno de los participantes con más presencia y habilidades fortalecidas. Se llama Miguel, de quien hemos aprendido mucho.
Jóvenes, niñas y niños como Miguel, han dejado huella en mi vida personal y en este proyecto. Nos han dejado una enseñanza de vida y, no me queda duda, Semilleros cambió la suya. Ellas y ellos han aportado sus capacidades y creatividad para dar vida a hermosas obras artísticas y, sobre todo, una formación que desarrolla el alma.
Algunos continúan, otras emprendieron el vuelo. La semilla se sembró y no hay duda de que germinará a su tiempo. Las gratas experiencias sobreabundan como cuando tuvieron la visita de dos biólogos que les dieron un recorrido por las cercanías de la laguna, lugar donde se encuentra la sede del Semillero. O cuando fueron por primera vez a Ciudad Victoria, a la muestra tamaulipeca, donde expusieron sus obras que se expusieron en Ciudad de México, en la cámara de diputados. Sobre todo, la convivencia y el aprendizaje diario que comparten y que les hace crecer.
Por cierto, esa mesita y dos sillas se multiplicaron; hemos crecido, y tuvimos que pedir más mesas de trabajo.
Dalia Esther del Ángel Cruz, promotora del Semillero Creativo de Artes plásticas y Pintura en Altamira, Tamaulipas