Reconocer quiénes somos: Semillero PIA Armónicos
Visitar el Semillero PIA Armónicos, durante alguna actividad artística o en su devenir cotidiano, es una experiencia única e indeleble para la memoria debido a la autenticidad y energía de sus integrantes, quienes al cantar, pintar, actuar y danzar nos dan una lección de superación personal. Nos revelan que son personas creativas con saberes y experiencias que aportar la sociedad, capaces de desarrollar la fortaleza emocional necesaria para afrontar su propio proyecto de vida con la autodeterminación que su condición neurodivergente (trastorno del espectro autista, síndrome de Down, TDAH, y discapacidad intelectual) les permita.
Desde 2019, las paredes y algunos espacios de la Casa Anexa del Complejo Cultural Los Pinos están vestidas con los cuadros y pinturas hechas por las y los 20 integrantes de este Semillero Creativo. Jóvenes guiados y arropados por un cuerpo docente especializado en psicología, danza, artes plásticas, expresión corporal, teatro y en el uso de tecnologías para personas con neurodivergencias, así como en proyectos inclusivos en artes. Ahora preparan su mudanza al Pabellón de Cultura Comunitaria.
“Me gusta que aquí tengo amigos, que aprendo música y la expresión corporal”, se escucha decir a Robert, mientras graba una invitación para redes sociales que anuncia las inscripciones para ingresar a este Semillero Creativo. Por otro lado, su amigo Fico resalta: “Armónicos es un lugar donde podemos ser creativos y aprendemos cosas nuevas cada día”.
En otro momento, Carlos confiesa: “Cuando toco música la siento dentro de mí”; mientras que Mau reconoce: “La clase de pintura me ha transformado”; y Memo, con precisión, subraya: “¡No solo aprendemos artes y música; aprendemos a reconocer quiénes somos!”.
La formación que reciben quienes integran el grupo de Armónicos también los impulsa a que se reconozcan como personas, ubiquen cuáles son sus fortalezas y debilidades, con qué barreras sociales se pueden encontrar, cómo regular sus emociones, quiénes forman parte de su círculo de confianza, además de fomentar la observación como herramienta para conocer su entorno; su higiene personal y el emprendimiento como medio para aplicar sus habilidades en un proyecto personal que les motive a cumplir metas personales.
La psicóloga Cristina Vega imparte las materias de Habilidades Sociales y Proyecto de Vida y ella nos cuenta: “Tenemos estas unidades de enseñanza que los motiva a deshacerse de esas creencias que los hacen pensar que no pueden hacer muchas cosas, que son malos o que su creatividad es nula o reducida”.
En la materia de Habilidades Sociales, a través de diversas técnicas pedagógicas como el role playing ?o técnica de simulación de situaciones?, el termómetro de las emociones y la asignación de responsabilidades aprenden a hacer actividades en grupo y a reconocer los sentimientos. De esta manera pueden relacionar las diferentes situaciones que derivan de cada uno de estos y comprender cómo evolucionan y detonan sus emociones con la edad.
Hace cinco años, algunas y algunos de estos jóvenes no regulaban sus emociones y tenían poca autonomía en su corporalidad. Se ponían a gritar o se tiraban al piso. Hoy la mayoría expresa sus emociones y ubica las acciones o momentos que les detonan enojo o felicidad. También asumen con responsabilidad las funciones que se les designan como ser jefe o subjefe de grupo hasta para organizar una fiesta.
Especializada en proyectos inclusivos en artes, la joven psicóloga señala que para impulsar la autonomía en las juventudes neurodivergentes es primordial que ellos reconozcan las barreras sociales a las que se han enfrentado durante su vida, entre ellas, el rechazo social en sus escuelas o la exclusión. “En la materia de Proyecto de Vida los impulsamos a imaginarlo o crearlo, a partir de su propia historia de vida. En clase hicieron su autobiografía en la que organizaron aspectos y recuerdos de su infancia, sus momentos de felicidad y lo que les generó tristeza, quiénes han sido las personas más significativas en su vida, así como las actividades o temas de su interés, para, a partir de este, iniciar la proyección de metas o actividades que los ayuden a mejorar su calidad de vida”.
Cuando ellos ya han decidido qué actividad y oficio les gustaría realizar en el futuro para mejorar su bienestar, se inicia la planeación del proyecto desde la elaboración del producto hasta ayudarlos a encontrar el medio o canal para difundirlo entre los posibles consumidores. Así fue como Robert decidió hacer postres porque recordó que en la secundaria le gustaba mucho su clase de cocina y ahora en cada bazar organizado por Armónicos elabora pasteles, galletas y hasta lasaña; y Chucho, a quien le gusta pintar y es fan de los cómics y mangas japonesas, ideó una línea de tarjetas, separadores de hojas y hasta títeres de tela de los personajes que él ha creado en su clase de pintura.
Mediante la realización de estos productos ellas y ellos nos revelan que quieren ser reconocidos como personas valiosas porque han vivido el rechazo social. En este sentido, Cristina Vega señala que en el Semillero Creativo PIA Armónicos, cada integrante ha cambiado el concepto que tiene de sí a través de cada proceso creativo que viven acompañadas y acompañados por sus docentes, además de experiencias como las presentaciones en las diversas ediciones de Tengo un sueño en el Auditorio Nacional porque se “reivindican como personas valiosas que aportan algo al bienestar de la sociedad”.