Un lugar en donde crecer
Mi nombre es Fátima, y cumplí 19 años en marzo. Estos últimos años han sido intensos, llenos de vida y de momentos inolvidables gracias a los Semilleros Creativos y, sobre todo, a la comunidad que ahí guarda. Aún recuerdo cuando fui invitada por mi vecina a participar en las clases de teatro: la emoción que sentí cuando me presenté por primera vez en una guardería en la ciudad de Umán, Yucatán. Recuerdo las presentaciones donde interpretaba personajes que me pedían arriesgarme a salir de mí y explorar.
Recuerdo vívidamente mi primer viaje a la Ciudad de México y el escenario del Auditorio Nacional bajo una lluvia de papel picado: la conexión con miles de personas que me observaban hacer lo que más amo. Aquellos recuerdos no serían tan preciados si no fuera por su gente: por mis compañeras, compañeros y docentes que forman parte de mi familia y de mis días; por las risas, lágrimas, consejos, bromas, comidas y momentos más sensibles de nuestro ser; por los abrazos y las miradas que aún están impresas en mi memoria; cada uno contribuyendo a superar situaciones difíciles de mi vida, a mi formación como artista, pero, sobre todo, como persona. Mi comunidad me regresó el regalo de volver a soñar y creer en lo "imposible", en confiar y disfrutar de mi proceso. Sin el Semillero y mi familia no me hubiera atrevido a tanto como participar en una antología, o en una audición para un cortometraje donde formé parte del elenco, a aprender la lengua maya, a ponerme de pie ante tanta gente y hacer escuchar mi voz. Gracias a todo este apoyo logré concluir la preparatoria y encontrar una dirección que me llena de vida y orgullo. Este año fui aceptada en la Universidad de las Artes de Yucatán (UNAY) en la licenciatura de Teatro: este es un solo un paso para todo aquello a lo que aspiro.
Niñez y juventudes que asistimos al Semillero Creativo vivimos nuestros días como todas las demás personas: estudiamos, ayudamos en casa, y otras trabajamos, pero compartimos el compromiso y la alegría de reunirnos en el Semillero. No se trata solo de lo que hacemos día a día sino cómo lo hacemos, pues ahora el arte forma parte de nuestra vida.
Fátima Berenice Tun Cabrera, integrante del Semillero Creativo de Teatro y Lengua maya en Kanasín, Yucatán