Semilleros Creativos en el Día Mundial de la Infancia
El 20 de noviembre se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Infancia. De acuerdo con la UNICEF, este día las niñas y los niños alzan la voz para abogar por un mundo más igualitario e inclusivo. Pero, ¿qué hacemos las personas adultas para escuchar lo que nos dicen todos los días? Las siguientes historias cuentan cómo los Semilleros Creativos se han tomado en serio el derecho de niñas y niños a hablar y a proponer el mundo en que quieren vivir.
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En Actopan, Hidalgo, un grupo de 39 niñas, niños y jóvenes del Semillero Creativo de Teatro entra al mercado “8 de julio” en compañía de su familia.
Pero de pronto empiezan a pasar cosas raras. Los adultos amordazan a las niñas, niños y jóvenes que acompañan. La gente se sorprende. Todos miran ahora al grupo de menores que, sin quitarse la mordaza, se reúne en el centro del mercado para exponer en pancartas frases como: “Tu opinión no cuenta”, “¡Cállate, tú no sabes!”, “Estás muy chiquito”, “Cuando seas grande, entenderás”, “Cuando crezcas, me dices”.
Esta activación es parte de la Huella comunitaria del Semillero, una actividad que tiene por objetivo la apropiación del espacio público para transmitir, desde su quehacer artístico, aquello que piensan sobre su comunidad. En esta ocasión, el tema para reflexionar es la discriminación y colectivamente, han decidido hablar desde sus experiencias: las y los adultos parecen pedirles todo el tiempo que no hablen, que no se expresen, que su presencia en el espacio público pase desapercibida hasta que crezcan y puedan tener una opinión “informada”, “madura”, “adulta” sobre cualquier tema.
En su etimología, infancia viene del latín ‘infans’: el que no habla, y para el mundo adulto fue normal durante mucho tiempo no escuchar lo que niñas y niños tenían qué decir. Aunque teóricamente se diga que todos debemos respetar la voz de las niñeces, la verdad es que en muchos lugares se siguen repitiendo frases como las que aparecen en la activación del Semillero Creativo en Actopan.
La acción que realizan en el mercado invita a transformar la relación que las personas adultas sostienen con la niñez. El gesto de ocupar el espacio público con firmeza y seguridad es un recordatorio. Las niñas y niños, además de hablar y escuchar, también saben hacer: detrás de esta intervención hay sesiones dedicadas al diálogo y la organización.
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Mantente de pie,
canta,
sé buen amigo,
ama a tu familia,
ahorra,
sé fuerte
en tu mente.
Estos versos fueron escritos por Adriel Alejandro y abren la antología “Sé fuerte”, un libro publicado en 2021 que recopila algunos poemas escritos por niñas, niños y jóvenes del Semillero Creativo de Literatura en Vicente Guerrero, Durango.
Las actividades de este Semillero giran en torno de la búsqueda de la voz propia por parte de los niños, niñas y jóvenes que lo visitan. Esa voz es el corazón de los textos que escriben. Para encontrarla hay que ejercitar el oído. La sonoridad es la aguja que borda el sentido de los pensamientos que surgen durante los ejercicios. Solo poniendo atención a esta, se sabe que un texto está terminado. Niñas y niños escuchan y rescriben hasta estar seguros que aquello que suena son ellas y ellos mismos. Así es como se describe a sí mismo Jesús:
Un caballo salvaje
vive en mis ojos
no le gusta salir,
lo veo correr
y tocar la guitarra
nunca se aburre;
en la mañana
bebe agua,
en la tarde
juega con la lluvia,
y por la noche
baila en el circo.
En los poemas escritos por niñas y niños, los temas, las miradas, las anécdotas y las palabras aparecen sin ninguna censura. En un poema, Nahomi escribe:
(…) la libertad
es esa tarde
que fui
al parque
en compañía
de mis amigos.
Tanto lo íntimo como lo social tienen cabida en la amplia exploración de estos poemas. Naila, por ejemplo, observa lo siguiente:
(…) el migrante
espera
un nuevo horizonte,
y en su camino
solo recorre
días nublados
y noches tristes,
no camina solo
también migra;
la familia,
el amor,
el tiempo,
el hambre,
un migrante
es un Quijote,
su tierra
es oscuro monte,
que en la memoria
es desierto,
es olvido
y, es dolor.
Las palabras en todos estos poemas se zurcen desde la libertad de jugar y explorar. Aunque ellas y ellos escriben en cada sesión, los poemas que eligen para mostrar públicamente son aquellos que más les gustan y en los que se sienten representados.
Las niñas y los niños del Semillero han encontrado que las imágenes que los habitan son valiosas. Por ello han realizado esfuerzos para publicar y participar en certámenes literarios. Gracias a que dentro del Semillero sus palabras se escuchan con atención y sin proyectar juicios, han desarrollado una fuerza especial que viene de creer en lo que escriben.
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A lo largo de todo el país, los Semilleros Creativos se esfuerzan por hacer efectivo el derecho a la palabra. Estos son solo algunos ejemplos de cómo ese derecho se vive en las actividades artísticas y culturales impulsadas todos los días. Son un recordatorio de lo mucho que niñas, niños y jóvenes tienen para decir y proponer en un país tan rico y diverso como México.