Es tiempo de florecer: encuentros que definen vocaciones
Vidal descubrió el Semillero Creativo de Teatro en Tecomán, Colima, por casualidad. Tenía 16 años, trabajaba y cursaba la preparatoria. En la escuela le pedían asistir a actividades culturales y deportivas y, gracias a un convenio interinstitucional, podía cubrirlas en el Semillero. Aquello significó una oportunidad para coordinar todas sus labores y, con el tiempo, se convirtió en algo tan importante que viró por completo su proyecto de vida.
Al principio, Vidal encontró en el Semillero herramientas que le ayudaron con su escritura: los textos que escribía eran más claros y directos; su forma de desenvolverse también cambió; después, se sorprendió por la facilidad con la que podía involucrarse en todo: desde la actuación hasta el sonido, las luces, etcétera; disfrutó del placer de encontrar obras tan divertidas e importantes como Ubú rey de Alfred Jarry; y luego de varias puestas en escena, comprobó que el teatro solo puede hacerse bien en equipo.
Algo importante había despertado el Semillero Creativo de Teatro en Tecomán: el amor por el oficio; por eso, aun después de terminar el bachillerato, el joven continuó asistiendo a las sesiones. A veces, cuando llegaba tarde, disfrutaba la calidez con la cual Héctor Castañeda, su docente, y Ana Rosa Virgen, la promotora, lo recibían y lo dejaban sentarse a observar los ejercicios que sus colegas hacían. La manera firme y disciplinada en que transmitían los ejercicios de actuación sin ser autoritarios es algo que recuerda con gratitud.
Durante los años que estuvo en el Semillero de 2019 a 2021 dos experiencias fueron decisivas para afirmar su deseo de estudiar artes escénicas de manera profesional: la primera, cuando un profesor de la preparatoria al ver todas las actividades que Vidal realizaba, expresó: “no sé a dónde piensas llegar con todo esto”. El desconcierto y el dolor de escuchar algo así cesaron cuando Héctor explicó que el maestro no había visto todo lo que Vidal conquistaba con su perseverancia a través de la escena. Ahí fue cuando el joven comprendió que el teatro requiere un gran esfuerzo que muchas veces pasa desapercibido. Sin embargo, esa tenacidad, que a los ojos de las personas espectadoras algunas ocasiones es imperceptible, forma parte de su belleza.
El segundo momento fue su participación en el Magno Evento de Cultura Comunitaria Tengo un sueño en 2021. Concretamente, el campamento llevado a cabo en Oaxtepec, Morelos, donde niñas, niños y jóvenes de los Semilleros de todo el país montan los cuadros escénicos que serán parte del espectáculo. Ahí, en los ensayos intensivos de la mano de artistas de distintas especialidades, Vidal pensó: “si aprendí tanto en tan poquito tiempo, pues de alguna manera a esto se me debe dar, ¿no?”. Fue también en este encuentro donde docentes y artistas de artes escénicas le hablaron sobre la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT) en el Centro Nacional de las Artes (CENART) en Ciudad de México: un espacio donde podría estudiar teatro de manera profesional, trabajar en el circuito artístico mientras estudiaba y continuar con el camino que llevaba recorrido hasta entonces.
Vidal, quien para ese momento ya había dejado el municipio de Tecomán para estudiar Letras Hispanoamericanas en el centro de Colima, aceptó el desafío: si había actuado en uno de los escenarios más importantes del país como el Auditorio Nacional, y había acompañado diversas labores en el Festival de Teatro en Tecomán, Colima, organizado por Héctor Castañeda, también podría viajar a Ciudad de México para estudiar teatro de manera profesional. Su hermano mayor y su madre lo apoyaron confiando en su vocación: habían atestiguado todos sus logros durante ese tiempo.
Desde su llegada a la capital del país, Vidal no dejó de trabajar en diversos espacios escénicos y fue en agosto de este año que logró entrar a la Escuela Nacional de Teatro (ENAT); sus compañeros de generación le preguntan cuánto tiempo lleva en este oficio pues “tiene muchas tablas”, y profesionales con los que trabaja expresan que “se le nota la escuela”, haciendo referencia a su paso por el Semillero y los aprendizajes transmitidos por Héctor y Ana.
Vidal no es el único que, a partir de su encuentro con el Semillero Creativo de Teatro en Tecomán, Colima, ha tomado esta decisión. Sus colegas Alexia Cuitláhuac y Vivian —quienes también participaron en Tengo un sueño 2021— también forman parte del mundo profesional de las artes escénicas: Alexia cursa la Nivelación a Licenciatura en Artes Escénicas para la Expresión Teatral en Guadalajara, Jalisco; Cuitláhuac la Licenciatura en Actuación en la Universidad de Londres en Ciudad de México; y Vivian fue seleccionada para representar a Colima este año en el ciclo Jóvenes a la muestra en la Muestra Nacional de Teatro en Baja California Sur.
Para Vidal, es importante señalar que algo que en un inicio fue solo una casualidad -inscribirse al Semillero- fue parte de un encuentro fundamental en su vida. Ahora, en Ciudad de México asiste disciplinadamente a sus clases y los recuerdos de esos otros días en el Semillero son parte del camino a convertirse en un actor profesional.
Así como para él y sus colegas un lugar como el Semillero y una experiencia como Tengo un sueño en el Auditorio Nacional fueron fundamentales para encaminar sus vocaciones; algunas otras de las juventudes del Semillero crecen con la idea de hacer del arte una forma de vida.