Entrada: Contar una historia sobre las mujeres: Tengo un sueño 2024
Pie de foto: Encuentro Nacional de Literatura, Ciudad de México, 2024.

Contar una historia sobre las mujeres: Tengo un sueño 2024

Fue en junio de este año cuando 21 niñas, niños y jóvenes de los Semilleros Creativos de literatura y escritura provenientes de Hidalgo, Michoacán, Sinaloa, Guerrero, Morelos, San Luis Potosí y Aguascalientes se reunieron en el Encuentro Nacional de Literatura, llevado a cabo en Ciudad de México. El objetivo fue conocerse y crear en colectivo las líneas argumentales para el Magno evento de Cultura Comunitaria Tengo un sueño con la guía de Nora Huerta, Cecilia Sotres, Érica Islas y Nadia López.

Entre juegos con movimiento corporal, improvisaciones, diálogos colectivos y dinámicas de participación infantil y juvenil escribieron textos cuya reflexión central fue el papel y la condición de las mujeres en sus territorios.

En esas conversaciones donde pudieron exponer las problemáticas ocasionadas por los estereotipos de género, algo quedó al descubierto: la niñez y las juventudes experimentan desigualdades y violencias similares a las que atraviesan las mujeres en diversas regiones del país. Pensar en que “es tiempo de mujeres” también significa, al interior de Semilleros Creativos, reivindicar adjetivos que asociamos, principalmente, con la niñez y “lo femenino”: fragilidad, ternura, cuidado, etcétera. Para subvertir aquellos prejuicios, niñas, niños y jóvenes escribieron recetas contra el machismo, poemas sobre los saberes femeninos heredados, raps sobre el papel de las mujeres destacadas en las comunidades, memorias sobre las bisabuelas que participaron en la Revolución Mexicana, entre otros materiales.

Como en las asambleas de participación de Semilleros Creativos, el grupo tomó decisiones sobre la historia que contarían: el personaje principal sería una niña acosada por sombras que representan los estereotipos de género; el recuerdo y el espíritu de su abuela, los motores para enfrentarlas. El relato estaría situado en el Valle de los Fantasmas de la sierra de Álvarez, San Luis Potosí: el lugar donde el Semillero de Literatura Creativa en Zaragoza, suele explorar para inspirarse, escribir y aprender sobre la flora y la fauna; el nombre de la protagonista sería Coa, cuyo homónimo es un ave que aparece en aquel sitio declarado como área natural protegida.

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Cristina, Álvaro y Alan de 11, 10 y 9 años, respectivamente, fueron los representantes del Semillero de Literatura Creativa en Zaragoza, San Luis Potosí, durante el Encuentro Nacional de Literatura. Sin embargo, en este Semillero todas y todos escriben. El paisaje; la rutina de sembrar y cuidar la tierra; ir por la leña; escuchar el canto de las aves; registrar los hongos que aparecen en el camino; perseguir las huellas del gato montés, el venado cola blanca, el jabalí o la zorra gris; los diferentes tipos de encino que pueblan la sierra; y las historias sobre el Valle de los Fantasmas son motivos para escribir poemas, diarios de campo, relatos fantásticos o costumbristas.

La curiosidad de niñas, niños y jóvenes está acompañada por el esfuerzo de sus madres: mujeres serranas que cultivan la milpa y realizan las labores del hogar y de cuidados mientras los hombres salen a trabajar. Interesadas en que sus hijas e hijos puedan desenvolverse en un lugar como el Semillero, también ellas hacen lo posible para asistir y participar de las actividades. Es así como este espacio también les ha permitido cuestionar por qué si muchas mujeres de este lugar trabajan la tierra, no tienen derechos agrarios sobre esta. Conversaciones que van sembrando en la niñez y las juventudes otras miradas sobre los caminos que deben trazarse para crear condiciones más equitativas entre hombres y mujeres.

“En las piedras de la casa de mi bisabuela hay una flor que se llama Cinco llagas que tiene la flor amarilla. Las hojitas de esa flor se echan [en agua] hirviendo y sirven para el dolor de estómago”, cuenta con naturalidad Alan quien ha aprendido de su bisabuela Chabelita los usos de las diferentes plantas que crecen en la sierra y las historias de las niñas que, como ella, participaron en la Revolución Mexicana.

Con la misma naturalidad con la que Alan habla sobre los usos medicinales de las flores, Álvaro cuenta sobre su tía bisabuela: “Yo hablé [en el Encuentro] que [Jacinta] cosechaba todo lo que comían: calabazas, frijol, maíz, jitomate, quelites... y que con eso vivían... y que también ayudó a levantar el tren”. El episodio al que refiere el niño de 11 años es el descarrilamiento de un tren de carga conocido como "El Piojito” en 1931: accidente en el cual toda la comunidad ayudó.

Las mujeres más longevas de la sierra de Álvarez cuentan los relatos alrededor del tren, los revolucionarios, su participación en la Revolución, y a la par, transmiten sus conocimientos sobre la tierra. En el marco del Día de la Agricultura, el Semillero visitó la casa de la abuela de Álvaro para aprender sobre cómo cuidaban ambos la milpa.

Al Semillero asiste un número proporcional entre hombres y mujeres: muestra de que escribir, disfrutar y conocer de la naturaleza, o tener una educación artística comunitaria son actividades que no tienen género.

Mañana, en el Auditorio Nacional, estarán presentes las historias de Chabelita, Jacinta y muchas otras mujeres que han sido importantes en las comunidades de nuestro país. Este gesto es apenas un recordatorio: aún falta un largo camino para lograr la equidad de género en nuestro territorio, sin embargo, los significativos avances que hemos tenido son resultados de los caminos que labraron todas ellas.