El camino de La Letra Escarlata
La Letra Escarlata es un proyecto coordinado por Mara Romero y conformado por mujeres privadas de su libertad que desde el 2019 forma parte de Arte+Movilidad en el programa Cultura Comunitaria. Con un trabajo que inició hace 15 años en los Centros de Reinserción Social (CERESOS) de Sonora, cuenta con 12 antologías literarias, premios de poesía y, en el mes de diciembre de 2022, el título de Ciudadana Distinguida otorgado a Mara Romero en el marco del 95 aniversario de Cajeme, Sonora.
Un trabajo que, aunque no buscaba destacar en el mundo de la cultura y las artes, lo ha hecho gracias a la claridad y profundidad en su metodología. Pensado como un proyecto integral de cultura, La Letra Escarlata recoge una serie de prácticas artísticas y educativas que permite responder a la realidad de las mujeres privadas de su libertad: el contexto del que vienen, el horizonte de conocimientos y saberes que hay que construir para llegar a un punto en común y la conciencia de aquello que se debe restituir en las mujeres que forman parte de este proyecto.
Es decir que, por ejemplo, cuando La Letra Escarlata diseña o propone actividades educativas, artísticas y culturales en el CERESO de Ciudad Obregón, Sonora, existe la conciencia de que las mujeres de este espacio tienen características similares: gran parte de la población está conformada por madres jóvenes entre los 19 y 23 años; cuentan con una baja escolaridad; comparten historias donde fueron las propias madres quienes, de alguna forma, las iniciaron en una vida que las llevaría al CERESO y necesitan, sobre todo, recuperar la dignidad que pierden al ser privadas de su libertad.
Es desde este panorama que se realiza la planeación y retroalimentación de los contenidos a trabajar. El objetivo, saben, es que cada actividad esté dirigida para que se pueda entender y compartir para que, de esta forma, todas las integrantes puedan ser partícipes de lo mismo. Por ejemplo, antes de ofrecer una charla o un taller de literatura, se fortalece la lectoescritura. Pronto, quienes integran La Letra Escarlata saben tocar la guitarra y leer notas; presentan obras de teatro analizadas en el taller de literatura y montan coreografías de diversas regiones tras formarse en seminarios.
Un proyecto que alcanza niveles profesionales pero que, sobre todo, ayuda a construir herramientas para que las mujeres privadas de su libertad puedan mirarse y resignificar su propio valor.
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Irma, de 25 años, forma parte de La Letra Escarlata y es docente del taller de danza folclórica. También asiste a otros talleres del proyecto: creación literaria, teatro, guitarra; participa en los performances presentados y es una de las 30 mujeres que, gracias a esta iniciativa, retoma sus estudios de preparatoria. Ella, explica, “es la Letra Escarlata en su máxima expresión”, pues participa en todas las actividades y reconoce que es, sobre todo, un espacio que le permite enfrentar el encierro. Una válvula de escape frente a lo que significa estar ahí.
Para el taller de composición que tomó con la cantautora chilena Mon Laferte, Irma tuvo que estudiar la estructura de una canción: entender cómo se hace una estrofa, un coro, un precoro y cómo hacer una melodía. Una vez que revisaron estos conceptos y después de un arduo trabajo, ella escribió y cantó su propia composición para Mon Laferte y sus compañeras. Los versos más importantes son aquellos que dicen: “Esta reja pesa y duele / Cuando escucho que te marchas / Te veo y me despido / Con una sonrisa falsa”, líneas que son significativas porque solo ella y sus colegas saben lo mucho que cuesta separarse de la gente que aman cuando la visita en el CERESO termina.
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¿Por qué es importante un proyecto como el de La Letra Escarlata? Aunque se trata de “Centros de Reinserción” hace tiempo que la palabra reinserción ha perdido fuerza y significadoen el interior de estos. Uno de los motivos es que, en los años más violentos de nuestro país, la reinserción cambió por una política de contención. Aquello que podría ser de la vida de las personas liberadas dejó de ser contemplado frente a la emergencia de controlar o detener la violencia.
El problema en el caso de las mujeres privadas de su libertad, explica Mara, es que al salir regresarán a ambientes incluso más violentos de los que llegaron; sus hijos serán las generaciones que regresen a la sociedad aquello que se hizo o no se hizo por ellas y las posibilidades de continuar con una vida digna serán mínimas.
Pensar la reinserción es un tema amplio que involucra a muchos actores. En palabras de Mara Romero “es más complejo que decir: vamos a dar talleres y educación. Es sanar por fuera, es programarles una plataforma donde puedan sostenerse mientras encuentran el camino. No se trata de juzgar a la gente sino de darles oportunidades. Y creo que la única manera es haciendo alianzas con otras instituciones. No hay dinero que alcance para una cárcel: nunca lo va a haber. ¿Qué hacemos nosotras? Lo que podemos.”
Y lo que se puede desde aquí es el trabajo constante a favor de los derechos culturales de las personas privadas de su libertad y la transformación de la mirada que la sociedad tiene sobre los CERESOS. Escuchar del CERESO de Ciudad Obregón, por ejemplo, es saber que se trata de un espacio donde la educación, el arte y la cultura han sembrado un espacio en el que germinan poetas, bailarinas, actrices y mujeres con las herramientas necesarias para transformar su vida.