Entrada: Tres postales sobre las mujeres en la cultura comunitaria
Pie de foto: La Letra Escarlarta. Des-fracturadas, performance 8M, 2023.

Tres postales sobre las mujeres en la cultura comunitaria

El Día Internacional de las Mujeres nos recuerda el camino que las mujeres han recorrido para obtener diferentes derechos y construir un mundo más equitativo, justo y pacífico. En procesos culturales comunitarios, esta fecha nos invita a preguntarnos qué significa ser niña, joven o mujer adulta en diversas partes de nuestro territorio; cuál es la función que desempeñan las mujeres en las comunidades a las que pertenecen y de qué manera las prácticas artísticas y culturales pueden fortalecer la equidad de género o hacer visibles las desigualdades actuales entre hombres y mujeres. En este sentido, hemos recopilado una serie de producciones e historias de Semilleros Creativos, Arte+Movilidad y Convites culturales en donde las voces y reflexiones de diversas mujeres están presentes.

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Las y los jóvenes del Semillero Creativo de Literatura creativa en José Joaquín Herrera de Ayahualtempa, Guerrero, concentraron a todo el pueblo en las canchas de básquetbol para mostrar un cuadro escénico. Con diferentes máscaras y un audio que mezclaba música y poesía, ellas y ellos representaron algunos de estos versos:

Las mujeres hacen lo posible

para no dejar a su familia atrás.

Valientes, libres,

no tienen miedo.

(…) algunas mujeres sueñan

con ser presidentas.

Las mujeres soñamos

con tener alas

porque tenemos libertad.

En toda la pieza estaban presentes diversos cuestionamientos sobre las labores que son asignadas tradicionalmente a las mujeres y las emociones asociadas únicamente a "lo femenino". En estos, los hombres afirmaron que también ellos podían realizar labores domésticas, llorar y expresar sus emociones.

Con voz firme, las integrantes del Semillero expresaron una serie de deseos para el futuro de las jóvenes de Ayahualtempa: estudiar, ser libres y acceder a la justicia social. Este largo poema escrito a varias manos cerró con los fragmentos de un rap feminista que resignificó la historia de las mujeres trabajadoras. Un mensaje en el que las jóvenes resonaron al escuchar: "yo represento a la mujer trabajadora / guerreras / campesinas estudiantes / luchadoras".

También, las niñas de ese mismo Semillero realizaron otro poema donde escribieron:

(…) las mujeres tienen alas

y soplan como el viento.

(…) las mujeres sonríen

y el cabello de las mujeres es color noche.

Su piel es tamarindo.

Las mujeres se sienten cansadas

como si hubieran trabajado mil años.

(…) los ojos de las mujeres brillan

brillan como las estrellas y el sol.

(…) mi mamá se cambia

ríe, llora, habla con papá

se enoja, se preocupa por nosotros.

Tiene plantas, barre, se peina, hace comida

y lava.

Las manos de las mujeres lloran

y sus huipiles hablan.

Lloro como río.

Lloro tanto como río.

Las mujeres tienen un poder,

su poder es ser fuertes.

Un texto que era capaz de expresar el dolor y la tristeza que significa vivir en un territorio donde las mujeres asumen la mayoría de las labores domésticas y de cuidado, y donde sus sentimientos y puntos de vista se ignoran. Al mismo tiempo, los versos eran capaces de reconocer la vitalidad y la belleza en las mujeres, principalmente, de las madres. El aliento poético era una invitación a mirar los efectos de la desigualdad de género y también a reconocer que, de vivir en circunstancias más justas, las mujeres "volarían".

 

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En el Centro de Reinserción Social Femenil (CERESO) en Ciudad Obregón, Cajeme, Sonora, 25 mujeres privadas de la libertad pertenecientes a La Letra Escarlata tomaron la escena. "Por todas las mujeres privadas de su libertad, por las mujeres desaparecidas, por todas las mujeres asesinadas: ¡Un minuto de silencio!", exclamaron con los ojos vendados.

En sus manos, las mujeres del CERESO sostuvieron pancartas con distintas exigencias: libertad de expresión sin restricción; atención médica, salarios justos y educación gratuita en las cárceles. “Des-fracturadas” fue el nombre de este performance que exploraba, entre otras cosas, la función del lenguaje para reproducir estereotipos de género y justificar las agresiones que se ejercen contra ellas.

La pieza, en su conjunto, elaboró una reflexión sobre las violencias que experimentan las mujeres en nuestro país y las condiciones de vida dentro de las cárceles. También fue un exhorto a eliminar los prejuicios contra las mujeres privadas de la libertad y reconocer sus derechos.

Durante quince minutos, sus cuerpos fueron del silencio a la danza para terminar con un grito liberador. Una de las pancartas que ellas sostenían, expresaba a manera de conclusión: "El arte: impulso de nuestra esperanza". 

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Es probable que la primera persona alfarera en Tenexyecac haya sido una mujer. Esa es la hipótesis que respaldó el Convite cultural "Preservar nuestra memoria" en La Trinidad de Tenexyecac, Ixtacuixtla de Mariano Matamoros, Tlaxcala, luego de una sesión donde las voces de las mujeres de la localidad contaron sus memorias.

En un territorio donde una de las actividades más representativas es la alfarería, el Convite se dio a la tarea de buscar a las mujeres de esta localidad, cuyo nombre, Tenexyecac, significa: "nariz de cal". Al hacerlo, se encontró con los recuerdos de pobladoras entre los 60 y 95 años de edad y también con una realidad: la participación de las mujeres en la historia de este arte no había sido escuchada con atención. Así, por ejemplo, Ma. De la Luz Juárez Roldán, quien es una de las alfareras activas y de las más longevas de la comunidad, contó que aprendió el oficio de su suegro y lo heredó a las nuevas generaciones.

El relato de mujeres que han preservado y transmitido este saber circuló aquella jornada en muchas de las historias que se evocaron. Al término de aquella sesión, la versión de que la primera persona alfarera en Tenexyecac fue una mujer que llegó de Tepetitla, sonó posible. La poca visibilidad de estas mujeres que son parte de la historia alfarera se explica en los prejuicios de género: como el proceso de este arte representa un trabajo duro, comúnmente se asocia a una actividad masculina.

La memoria, las tradiciones y los saberes locales son un legado que las mujeres resguardan desde hace muchos años. Escuchar a las abuelas de las familias alfareras puso en evidencia que hay otras narrativas y otras versiones que no han tenido espacio en las comunidades por cuestiones de género. También permitió celebrar a esas voces que compartieron experiencias importantes.

Estos testimonios, nombres y fotografías tejen la historia femenina de la alfarería y forman parte del “Museo de Comunidad de La Trinidad Tenexyecac". Este espacio, entre otras cosas, es resultado de las actividades promovidas por el Convite y el interés de la comunidad alfarera en albergar piezas e información sobre la tradición del oficio en la localidad. Ahí, rostros, nombres e historias como el de Ma. De la Luz, no pasan desapercibidos y forman parte de una reivindicación cotidiana.