Circo, maroma y teatro: el poder transformador de las artes escénicas en los Semilleros
Angélica forma parte del Semillero Nacional de Circo. Al igual que otros niños, niñas y jóvenes que participarán en el Magno Evento de Cultura Comunitaria "Tengo un sueño 2023" en el Auditorio Nacional, este reconocimiento se debe a su dedicación y esfuerzo diarios.
No obstante, es fundamental reconocer que detrás de cada niña, niño y joven que actuará en este gran espectáculo se encuentra una comunidad que hace posible esta realidad. Al explorar las experiencias de quienes forman parte de los Semilleros Creativos, se revela la influencia de este programa en sus vidas y comunidades. Contar la historia de Angélica es abrir un relato de transformación en todo un territorio, donde el arte y la cultura juegan un papel fundamental en la construcción de un presente distinto. A través de la guía de docentes y promotores, la niñez y la juventud asumen un papel protagónico en nuestra sociedad.
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Angélica, con 10 años de edad, ha practicado danza aérea desde los 5 años y se adentró en el mundo del arte circense gracias al trabajo de José Doñate, docente en el Semillero Creativo de Circo en Santa Cruz de Juventino Rosas, Guanajuato. José ha impartido talleres de artes escénicas desde 2008, impulsado por una profunda convicción. En la comunidad de San Julián, en la que está ubicado el Semillero Creativo y al que pertenece este docente, la violencia relacionada con el narcotráfico es una dura realidad, pero el arte, como actividad que fomenta la organización, también lo es.
En esta pequeña localidad, con aproximadamente 574 habitantes, las pastorelas eran una tradición. Cuando estuvieron en riesgo de desaparecer, José convocó a un grupo de niñas y niños para rescatarlas. Desde entonces, continúa cultivando espacios donde la niñez y la juventud pueden reunirse para descubrir de lo que son capaces.
En este Semillero, la frase "no puedo", que suele aparecer cuando las niñas y niños intentan subir por primera vez a la tela, está prohibida, pues existe la confianza de que cada esfuerzo dará sus frutos. Basta recordar que antes de unirse a Semilleros Creativos, el proyecto comenzó con una tela colgada de un mezquite, donde niñas, niños y jóvenes practicaban, y su única protección eran las cobijas que traían de sus casas y que usaban como colchonetas.
"De practicar en un árbol a presentarnos en el Auditorio Nacional." Esta frase se lee en las redes sociales del Semillero Creativo de Circo en Juventino Rosas. Para Angélica, quien en meses pasados se presentó en el zócalo de la Ciudad de México con motivo del 15 de septiembre, cualquier escenario es un espacio para explorar la libertad y, en sus palabras, "sentir que vuela."
Junto a ella, un grupo de niños y jóvenes también ha tenido que explorar esa misma libertad desde otro sentido: conquistando y transmitiendo la idea de que no solo las mujeres hacen danza aérea. En un territorio donde la masculinidad está intrínsecamente asociada a la cultura del narcotráfico, abrazar una actividad como la acrobacia en telas transforma profundamente su relación con la misma.
Actualmente, hay un gran número de varones, y muchos de ellos han llegado al Semillero por recomendación de sus amigos. Incluso hay quienes, como Alan Omar, un joven integrante del Semillero, desean dedicarse profesionalmente a las artes escénicas. Esto representa un cambio importante, si se tiene en cuenta que la juventud de ese territorio se ve tentada a migrar o unirse al crimen organizado como consecuencia del presente al que se enfrentan.
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Además de la proyección en escenarios como el zócalo de la Ciudad de México y el Auditorio Nacional, ¿qué es lo que José, Angélica y las otras niñas, niños y jóvenes del Semillero reconocen como valioso en este programa?
"Diversión" es la palabra que encuentra Angélica para describir al Semillero. En este espacio se divierten y también realizan actividades diferentes a la danza aérea. Como la ocasión en que, para celebrar el Día de Muertos, hicieron un largo recorrido en el que grabaron su camino hasta llegar al panteón.
José explica que actividades como la conmemoración de efemérides, Huellas Comunitarias o Asambleas de participación infantil y juvenil han modificado por completo las sesiones. Antes, estas se dedicaban únicamente a la enseñanza técnica. Ahora, niñas, niños y jóvenes son conscientes sobre su capacidad para influir sobre las comunidades a las que pertenecen y exploran otros lenguajes artísticos.
En marzo de este año, el Semillero pintó un mural en el que se puede leer: "Todas y todos somos migrantes, algunos cruzan fronteras. La diversidad cultural que existe en nuestra comunidad ha enriquecido la grandeza de San Julián." Esta frase surgió después de trabajar en torno al tema de la migración, y estas acciones han fortalecido su propia percepción de lo que pueden hacer en beneficio de su comunidad.
También en ese mismo mes, para conmemorar el 8 de marzo, las niñas y jóvenes del Semillero Creativo se dieron a la tarea de grabar un video con una canción que hablaba sobre lo que las mujeres son capaces de lograr. Descubrieron que, además de subir a una tela, hacer acrobacias y malabares, también podían explorar su capacidad interpretativa a través del canto.
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Esta semana Angélica, Alan Omar, Brian y José Damián del Semillero Creativo de Circo en Santa Cruz de Juventino Rosas, Guanajuato, participarán en la última jornada de Encuentros Creativos, junto con el resto de las y los seleccionados de otros Semilleros. Estos son un preludio antes de su presentación en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Es aquí donde, juntas y juntos, tejen historias que van más allá del escenario, fortaleciendo los lazos que han forjado a lo largo de su viaje artístico. Son encuentros que celebran la diversidad, la creatividad y el potencial transformador del arte, que han sido el corazón latente de su travesía en la construcción de un presente distinto.