El teatro es nuestra voz. Una mirada a las juventudes del Semillero Creativo de Teatro en Tecomán, Colima
"Hacemos teatro para decir las cosas". Esta es la frase que la niñez y las juventudes del Semillero Creativo de Teatro en Tecomán, Colima, dicen para subrayar la importancia de esta actividad en sus vidas.
Algunos jóvenes llevan poco tiempo en el Semillero; otros cambiaron del grupo infantil al juvenil cuando cumplieron 13 o 14 años; hay quienes se integraron cuando eran adolescentes y ahora cursan profesionalmente la carrera de actuación fuera de su estado. En todos los casos permanece una constante: la escena ha impactado profundamente sus vidas.
Desde su creación en 2019, el Semillero Creativo de Teatro en Tecomán acompaña a niñas, niños y jóvenes en el camino de amplificar sus voces a través del escenario. La creación colectiva, los ejercicios en comunidad, la reflexión, el pensamiento crítico y el trabajo en equipo son algunas de las herramientas que el teatro ofrece para transformarles. La apertura de un espacio seguro en el cual pueden expresar desde las problemáticas que observan en sus comunidades más cercanas, hasta los conflictos emocionales por los que atraviesan, hace posible que, a través del arte, elaboren alternativas para modificar esas realidades. Es así como las juventudes del Semillero han encontrado en la representación una vía para exponer las distintas formas de violencia a las que están expuestas: la inseguridad causada por el narcotráfico, el acoso escolar o los ejercicios de poder en las relaciones familiares.
Estas dos últimas, por ejemplo, forman parte de El nombre que elijo. Obra de teatro de creación colectiva que utiliza la escritura testimonial para exponer las diversas formas de crueldad que pueden estar inscritas en los apodos.
Poner diversos sobrenombres a las personas no se trata de un evento menor. Los efectos emocionales y psicológicos en las historias de vida de quienes reciben un mote a partir de su físico, género, u otras características, pueden permanecer durante años. El silencio, la indiferencia o la normalización de este acto, —exponen en escena las juventudes del Semillero—, también son violencia y complicidad. Por estas razones, es necesario no participar de estas prácticas y respetar las diferencias.
Aunque a grandes rasgos este es el mensaje de la obra, la valentía de escenificarlo a partir de anécdotas personales la dota de un aire conmovedor donde se pone de manifiesto su fragilidad y su fuerza. Quienes han sido espectadores de la obra en las distintas presentaciones expresan su admiración al encontrarse con historias similares a las suyas y, reconocen, se trata de un conflicto que suele vivirse en silencio. Reflejarse en un producto artístico despierta, además de admiración, deseo por encontrar espacios como el Semillero Creativo de Teatro en Tecomán, en sus propios municipios.
Las y los jóvenes llevan a espectadores que tienen su misma edad de las risas a las lágrimas, porque El nombre que elijo cuida el tono para exponer un material tan sensible como este, donde también se tocan temas como la depresión y el suicidio. En medio de las memorias tristes aparecen bromas sutiles que hacen evidente lo absurdo de las burlas que dañan: ahí donde creen que debería haber vergüenza por la orientación sexual, surge la reivindicación de asumir la homosexualidad con libertad y orgullo. En un mosaico de vivencias de dolor que parecen "normales", se abre la invitación a no callar si se es víctima o a no asumir la posición de victimario.
Las palabras, subraya el Semillero, tienen el poder de nombrar lo que amamos y también de herirnos. El lenguaje, expresa veladamente, importa y construye dinámicas de relación donde también existen ejercicios de poder.
Tener la palabra y el control de sus cuerpos para habitar la escena ha transformado a quienes forman parte de este grupo en Tecomán. El docente del Semillero y director de esta obra pone especial atención en que las participaciones sean equilibradas: aunque existen liderazgos, es importante que cada joven tenga el mismo tiempo en escena.
¿Cuáles son las condiciones que permiten un trabajo tan hondo como El nombre que elijo? ¿Cuál es la metodología en este Semillero para que las y los jóvenes puedan trabajar y sublimar en el teatro cosas tan íntimas? Quizás, responde el docente, saber que lo que sucede en este espacio se queda aquí y, si sale, será siempre a través del teatro. Finalmente, subraya, "hacemos teatro para decir las cosas".
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Si te interesó la obra El nombre que elijo, te invitamos a leerla en nuestra Sala de Lectura, un espacio donde encontrarás creaciones colectivas hechas desde las comunidades.