Docente, enlace y transformadora de realidades en La Piedad, Michoacán
“Estamos restituyendo el tejido social con la labor de Semilleros Creativos. A mí me llena de esperanza y de orgullo porque sé que estamos creando un futuro mejor, un presente donde niñas, niños y jóvenes están descubriendo que pueden incidir en su comunidad, pueden ser personas plenas y pueden desempeñar una labor que también les hace sentir útiles, valiosos y capaces de cambiar realidades”.
Martha Elena, enlace estatal de Semilleros Creativos en Michoacán
La experiencia de Elena va más allá de las paredes del Semillero Creativo, es un testimonio vivo de cómo el arte y la cultura pueden transformar comunidades enteras, inspirando un sentido de identidad y orgullo en aquellos que alguna vez se sintieron olvidados.
Martha Elena Nares Heredia personifica el cambio y la transformación en el ámbito educativo y comunitario de La Piedad, Michoacán. Durante cuatro años compartió su talento y dedicación como docente del Semillero Creativo de Pintura, dejando su impronta en la vida de niñas, niños y jóvenes. Ese compromiso y su pasión por la enseñanza y el arte la llevaron a convertirse en enlace estatal de Semilleros Creativos en Michoacán, puesto en el que se desempeña actualmente.
Elena no solo enseñaba a pintar; con ello abrió la puerta a soñar y encontrar belleza en lo cotidiano, tal como lo reflejan sus recuerdos del Semillero en La Piedad: por ejemplo, aquella vez en la celebración de un Tiempo de cosecha donde niñas, niños y jóvenes crearon máscaras a la medida, en homenaje a los diablitos de Ocumicho, figuras de barro tradicionales de dicha localidad. Este evento no solo demostró el talento y la creatividad de las y los participantes, sino que también unió a la comunidad en un desfile lleno de alegría y color, despertando la curiosidad y el entusiasmo de las personas presentes.
Elena es más que una docente para sus semillas; se involucra también en apoyar a las familias y transformar su entorno. Su enfoque en el diálogo, la resolución pacífica de conflictos, el fomento de la autoestima y el respeto mutuo han dejado una marca indeleble en aquellos que han tenido el gusto de conocerla y trabajar con ella. Además, reconoce que su experiencia en Semilleros transformó su vida y la sensibilizó ante las realidades y los problemas de la comunidad, haciéndola más humana, amorosa y empática.
El trabajo de Elena nos recuerda que las semillas pueden germinar, crecer y florecer en campos de oportunidad y esperanza.