La fuerza de lo pequeño en la cultura de paz
Para su Huella comunitaria, el Semillero Creativo de Fotografía en Juchitán, Oaxaca, niñas, niños y jóvenes realizaron distintos foto murales que distribuyeron por la ciudad. Algunos expresan de manera clara los efectos del racismo: un niño esconde su rostro de manos que lo señalan en un gesto acusatorio. Al pie de la fotografía de gran formato pegada en la pared aparece el hashtag: #JuchitánSinRacismo. Una frase que invita a los transeúntes a reflexionar sobre esta violencia que, de tan normalizada en algunas regiones, parecería “invisible”.
En el Semillero Creativo Multidisciplinario en Tlapa de Comonfort, Guerrero, niñas, niños y jóvenes comparten una Huella comunitaria propuesta en la asamblea de participación infantil y juvenil: un mural colectivo que busca visibilizar la pigmentocracia. El tema es un punto de partida para reflexionar cómo se ha usado, durante mucho tiempo, el espectro de colores en la piel para mantener y justificar la desigualdad.
En el Semillero Creativo de Dibujo, Pintura y Modelado en Ometepec, Guerrero, niñas, niños y jóvenes asisten al Museo de las Culturas Afromestizas. Después de semanas de aprendizaje y reflexión, realizan un mural en el que plasman elementos de la danza y las formas de vida de la cultura afromexicana de la costa. En este caso, el racismo y la pigmentocracia se abordan desde una perspectiva reivindicatoria de lo que significa ser afrodescendiente.
Racismo, clasismo y pigmentocracia fueron algunos de los ejes temáticos presentes en los Semilleros Creativos de todo el país durante 2022. Una de las intenciones al trabajar de manera prolongada alrededor de estos temas es continuar con el fortalecimiento de la educación para la paz. Pero ¿qué tienen que ver estas manifestaciones creativas con esto?
Como mencionamos en entradas anteriores, parte de los objetivos principales en la construcción de paz consiste en ser capaces de identificar las grandes violencias que impactan distintos sectores de la sociedad y que dificultan la construcción de una vida digna.
Racismo, clasismo, colonialismo... son violencias conocidas como “estructurales” y se sostienen a través de profundos desequilibrios de poder. Este, enfatiza John Paul Lederach, no es algo inherente a las personas o los grupos, sino que se construye a través de las relaciones. Se sustenta, a su vez, en el grado de dependencia que un individuo o grupo dentro de una relación pueda tener sobre otro. Siguiendo la argumentación de este teórico, el poder está relacionado con la influencia que se tiene sobre las decisiones en la distribución de los recursos en un sistema social.
Para ejercer este control en la sociedad el poder se vale de recursos que John R. P. French y Bertram Raven clasificaron en cinco tipos. En El abecé de la paz y los conflictos Lederach los sintetiza de la siguiente manera:
1) El poder del premio: Se controla aquello que el otro desea o necesita, y el poder consiste en recompensárselo por hacer lo que uno quiere: se determinan las acciones del otro porque se controla algo que uno quiere.
2) El poder coactivo: Se determina la actuación del otro por medio de la amenaza de administrar un castigo si no se cumple.
3) El poder legítimo: Se arraiga en la posición que uno tiene en un sistema social que otro reconoce como “legítimo” y se somete a ello.
4) El poder referente: surge cuando uno se identifica profundamente con el otro, concediéndole una influencia determinante en la relación.
5) El poder experto: Se manifiesta cuando uno tiene conocimientos especiales que le son útiles a otros.
Una vez comprendidas estas formas por las que se obtiene el poder, uno de los posibles caminos para la mediación productiva de un conflicto sería el de “apoderar” al grupo que se encuentra en desventaja, entendiendo el poder desde una perspectiva donde este no signifique dominio y donde las vías para hacerlo sean congruentes con los valores que la paz promueve.
El poder, en una perspectiva más amplia, también se puede entender como “algo importante para sentirnos significantes en el contexto social” a nivel individual y colectivo. Entenderlo como influencia mutua y no como sistema de dominación permite pensar en estrategias para desactivar el desequilibrio e ir conduciendo a una regulación del conflicto donde las fuerzas sean más equitativas.
Aun en los sistemas donde el poder favorece a un solo grupo de manera dominante y en apariencia totalitaria, es importante recordar que su control se respalda a través de la cooperación, la obediencia o la sumisión que los diferentes actores del conflicto asumen.
Crear un mural de gran formato para imaginar un territorio sin racismo; reunirse para pensar colectivamente sobre cómo se ha construido la discriminación por pigmentocracia, o realizar actividades artísticas para reivindicar los orígenes afrodescendientes de una región son pequeñas acciones que invitan a romper y trastocar, por ejemplo, el poder referente y legítimo. Estrategias que invitan a las y los otros a no valorar a un solo grupo por su color de piel, a no interiorizar la idea de superioridad racial y de clase que persiste a nivel individual y colectivo en distintas zonas del país y a no colaborar con los discursos de odio contra las minorías raciales.
De manera creativa y artística, las niñas, niños y jóvenes de los Semilleros Creativos asumen su poder: esa capacidad de acción que tienen en los grupos que forman o las comunidades a las que pertenecen. Ejercitan su pensamiento crítico de la mano de las y los docentes para expresar de manera artística aquello que necesita ser modificado en aras de una sociedad más justa, equitativa y, por tanto, pacífica.
Desde una mirada crítica del mundo, los Semilleros Creativos asumen también sus alcances: un mural, una pieza musical, un video o una obra de teatro no son suficientes para cambiar las condiciones que permiten la violencia estructural. Ninguna acción individual o colectiva –por muy potente que sea– puede hacerlo sin ayuda de quienes tienen los medios para tomar decisiones a nivel político, económico y social. Idealizar o exigirles que lo hagan es adoptar una posición ingenua.
Por otro lado, menospreciar un grabado, una composición musical, una cápsula de radio o una fotografía que construyen una perspectiva opuesta al poder dominante, es ser injustos con la fuerza de lo pequeño. Pues en cada manifestación artística de los Semilleros Creativos se ejercita, desde lo cotidiano, otras formas de relación donde la cooperación, la solidaridad y la justicia son una realidad.