Transformarse con la escena: Festival Tengo un sueño en Ciudad de México
Es sábado 31 de agosto al mediodía. Niñas, niños y jóvenes de diferentes Semilleros Creativos de la capital de nuestro país se reúnen en el vestíbulo del Teatro de las Artes, del Centro Nacional de las Artes (CENART), en el marco del Festival Tengo un sueño, Ciudad de México, para comentar y observar la exposición Semillas de Tlapalli, Semillas de Colores.
En cada sección, quienes representan a su grupo hablan y dan cuenta de esta muestra tan diversa como los Semilleros mismos. La identidad representada a través de la técnica de pixel art; las estaciones del año con la música de Vivaldi como punto de partida para la exploración artística creada por personas con trastorno del neurodesarrollo; el derecho al arte que debe tener la primera infancia que vive bajo el cuidado de alguna institución, en este caso, al DIF Casa Cuna Tlalpan; los autorretratos como instrumentos para pensar la otredad; los mitos prehispánicos representados en pinturas; la forma de escritura maya reinterpretada para crear poemas; los cortometrajes que recogen relatos orales importantes para campesinos de la Sierra Cuicateca en Oaxaca o que recuperan preocupaciones como el cuidado y el derecho al agua; y la intervención de fotografías antiguas con técnicas mixtas como una manera de dialogar con el pasado y pensar la reapropiación del patrimonio cultural configuran este mosaico donde subyace un mensaje importante: el reconocimiento de lo que la niñez y las juventudes pueden transmitir a través del arte.
Hay también en esta exposición, y en el espectáculo que sucede en el escenario del Teatro de las Artes, una transformación significativa en quienes participan en este Festival que se devela al compartir sus testimonios. Mientras Ángel, del Semillero Creativo de Dibujo, Pintura, Artes plásticas y Teatro en Xochimilco explica su obra, expresa: “Yo me retraté y sentí que me conocí aún más”. Minutos después, antes de arrancar con los cuadros escénicos, Sofía, del Semillero Creativo de Artes gráficas en Chapultepec, Miguel Hidalgo, lee lo siguiente: “Ese día escuché por primera vez la palabra Semillero; palabra que ahora comprendo y que me ha acompañado desde entonces en el viaje de saber quién soy”. En ese trayecto, explica la joven, ha descubierto –entre otras cosas– que el arte no es resultado de la inspiración que llega solo a algunos cuantos, sino un compromiso “con una criatura enigmática que resulta ser reflejo de uno mismo”.
En el video creado en colaboración por el Semillero Creativo de Producción visual en Utopía Teotongo, Iztapalapa, y el Semillero Creativo de Cinematografía en Chapultepec con el que inicia el Festival Tengo un sueño, Ciudad de México, Luz Roberta “Tita”, joven integrante del Semillero de Circo en Utopía Tenzontli, Iztapalapa, sale a cuadro diciendo lo siguiente: “Aquí yo me encontré a mí misma”.
Conocerse, reconocerse, descubrirse a una misma y a uno mismo es una idea que aparece hoy y que también ha estado presente en el Festival Tengo un sueño 2024 en los otros estados del país donde se ha realizado. Presentar en escenarios importantes los aprendizajes y formas de ver el mundo que despertaron con la llegada de Semilleros Creativos es parte significativa del viaje interior que niñas, niños y jóvenes emprenden para revelar quiénes son una vez que suben al escenario o exponen sus obras y, por supuesto, una vez que se integran a estos espacios.
Esa transformación es evidente cuando vemos al Semillero Creativo PIA Armónicos en Chapultepec moverse al ritmo de Las cuatro estaciones de Vivaldi. Jóvenes de este Semillero explican el trabajo en torno al cuerpo: la motricidad gruesa y fina, la lateralidad, la coordinación, la exploración con los sentidos y, sobre todo, lo que significa hacerlo en grupo para personas que tienen algún trastorno del neurodesarrollo. Ellas y ellos nos ofrecen una verdadera interpretación: los vemos convertirse en pájaros, o descubrir el otoño, y asumirse artistas.
Posteriormente, son las niñas, niños y jóvenes del Semillero Ensamble Folklórico Comunitario de la Utopía Olini quienes prueban sus habilidades al tocar El Tinku, una composición escrita con palabras en quechua, cuyo título significa: encuentro. ¿Qué significa que la niñez y juventudes se encuentren en este espacio? La oportunidad de observar los procesos que ocurren en diversos puntos de la ciudad.
Apenas hace unos meses, Jaime Villar, docente de alientos andinos de este Semillero, escribía: “Si bien estamos en una etapa muy temprana, y los ejercicios que tocan los niños son sumamente sencillos, comienzo a ver esa transformación tan mágica que ofrece la música: en cuanto un ser humano pasa por esta experiencia, suele cambiar muchas cosas en él”. Quienes estamos del lado del público podemos sentir la emoción, sorpresa y alegría que transmiten al cantar y tocar la zampoña, la quena y demás instrumentos que dan vida a esta composición.
Niñas, niños y jóvenes de ese Semillero, pueden ver a sus colegas del Semillero Creativo de Circo en Utopía Tezontlli, Iztapalapa, encarar un cambio de escenario: las telas oscilan por estar colgadas de las varas del teatro: la altura con la que suelen ensayar cambia; la concentración para realizar las acrobacias es otra; los números de clown diseñados para las transiciones comprueban su efecto humorístico. La niñez y juventudes “hacen tablas” al presentarnos en este teatro actos aéreos, malabares, cargadas y maromas. Y con todo eso, logran llevar el Festival al clímax: lo que sigue después es disfrutar lo cosechado. La música y el teatro utilizados para llevarnos a disfrutar una sonoridad citadina representada por Tito Puente y su Ran Kan Kan a través de la lúdica interpretación del Semillero Ensamble de Alientos y Percusiones del Centro Histórico en Cuauhtémoc, Ciudad de México.
La reflexión cotidiana que sucede en los Semilleros de todo el país a partir de canciones como Latinoamérica, Flor del río y El poder de la cultura en una gran colaboración entre los Semilleros Creativos: Danza en Chapultepec, Ensamble de Alientos y Percusiones del Centro Histórico en Cuauhtémoc; Coro de Selección "Niños Cantores del Faro de Oriente" en Iztapalapa; Ensamble Comunitario de Cuerdas y Percusión "Arditepec" en Miguel Hidalgo; y Coro Comunitario en Movimiento "Armonía de Todos", Temascalcingo de José María Velasco en el Estado de México; nos dice que también algo cambió en esta ciudad: como pocas veces, son las niñas, niños y jóvenes de la Ciudad de México y el Estado de México quienes nos demuestran con su entrega y su vitalidad que toda una generación crece, se transforma y florece día con día.